Dylan acostumbraba ser puntual ante todas las circunstancias. Claramente su día inicio… no con el pie derecho, sino con el izquierdo y a pesar de eso, no permitía borrar su enorme sonrisa de su rostro.
Al salir de su casa se da cuenta que el chico de alado cierra su puerta al mismo tiempo que Dylan, y ambos cruzan miradas entre medias sonrisas, -¡demonios!- exclamo Dylan en su mente, -¡es el chico con quien siempre he soñado estar toda mi vida!-, pero, eso no podría ser posible, puesto que el chico de tan solo 26 años de edad ya estaba comprometido con una chida de su misma edad y Dylan aun cumpliría 18 años en los próximos 2 siguientes meses, así que estaba convencido totalmente que el chico no sería buena opción, además ese tal chico ya era demasiado grande para él. Pero claro, Dylan tampoco podía exhibir sus sentimientos ante un chico heterosexual, porque, ¿Qué tal si el chico solía ser homofónico?, así que aceptaba de la cruel y dura realidad, además su madre aún no estaba enterada de su orientación sexual, y su padre por lo consiguiente, tenía doble turno en su trabajo, así que solo por las noches cruzaban pocas conversaciones entre Dylan y su padre.
La escasa comunicación con sus padres, hacia que Dylan guardara sus obscuros secretos asta por debajo de su cama, no hasta cumplir sus 18 años y ser un chico “independiente”, al menos así imagina que sería después de salir del clóset...
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